sábado, 5 de junio de 2010

La adoración que Dios aprueba

¿Le complacen a Dios todas las religiones?

¿Cómo podemos saber cuál es la religión verdadera?

¿Quiénes son los verdaderos siervos de Dios en nuestros días?


JEHOVÁ DIOS nos tiene mucho cariño. Por eso, pensando en nuestro bien, se ofrece a guiarnos. Si lo adoramos como él quiere, seremos felices y nos libraremos de muchos problemas en la vida. Además, tendremos su bendición y su ayuda (Isaías 48:17). Sin embargo, hay centenares de religiones. Aunque todas dicen que enseñan la verdad acerca de Dios, no están de acuerdo sobre quién es él ni sobre qué espera de nosotros.

¿Cómo puede usted saber de qué manera se debe adorar a Jehová? No hace falta que estudie y compare las creencias de todas las religiones. Solo tiene que aprender lo que realmente enseña la Biblia sobre la adoración verdadera. Pongamos una comparación. Como usted sabe, el dinero falso es un grave problema en muchos países. Pues bien, imagínese que recibe el encargo de separar los billetes falsos de los auténticos. ¿Cómo distinguirá unos de otros? ¿Aprendiéndose de memoria cada falsificación? En realidad, ¿no sería mucho más práctico estudiar cómo son los billetes auténticos? Cuando los conozca bien, podrá distinguir los falsos. Del mismo modo, es fácil reconocer las religiones falsas cuando aprendemos cómo debe ser la verdadera.

Es importante que adoremos a Jehová como él quiere. Muchas personas creen que todas las religiones complacen a Dios, pero eso no es lo que enseña la Biblia. Tampoco basta con afirmar que uno es cristiano, pues Jesús dijo: “No todo el que me dice: ‘Señor, Señor’, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”. Por lo tanto, Dios únicamente nos aprobará si aprendemos lo que él nos pide y lo ponemos por obra. A los que no hacen la voluntad de Dios, Jesús los llamó “obradores del desafuero”, es decir, practicantes de la maldad (Mateo 7:21-23). La religión falsa es como el dinero falso: no tiene ningún valor. Y, lo que es peor, causa mucho daño.

Jehová ofrece a todas las personas la oportunidad de tener vida eterna. Sin embargo, para que podamos vivir para siempre en el Paraíso, tenemos que adorarlo y comportarnos como él quiere. Por desgracia, muchos se niegan a hacerlo, y por eso Jesús dijo: “Entren por la puerta angosta; porque ancho y espacioso es el camino que conduce a la destrucción, y muchos son los que entran por él; mientras que angosta es la puerta y estrecho el camino que conduce a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mateo 7:13, 14). Como vemos, la religión verdadera conduce a la vida, y la falsa a la destrucción. Ahora bien, Jehová no desea que ningún ser humano sea destruido, y por eso da a gente de todo el mundo la oportunidad de conocerlo (2 Pedro 3:9). En realidad, nuestra forma de adorar a Dios puede llevarnos a la vida o llevarnos a la muerte.

¿CÓMO PODEMOS SABER CUÁL ES LA RELIGIÓN VERDADERA?

¿Cómo podemos encontrar “el camino que conduce a la vida”? Jesús indicó que sería fácil distinguir a quienes practican la religión verdadera si nos fijamos en la vida que llevan. Dijo lo siguiente: “Por sus frutos los reconocerán”, pues “todo árbol bueno produce fruto excelente” (Mateo 7:16, 17). En otras palabras, los que practican la religión verdadera se destacan tanto por sus creencias como por sus obras. Aunque son imperfectos y cometen errores, en conjunto procuran hacer la voluntad de Dios. Veamos seis características que nos permitirán reconocerlos.


LOS QUE ADORAN AL DIOS VERDADERO
basan sus enseñanzas en la Biblia
■adoran únicamente a Jehová y dan a conocer su nombre
■se aman de verdad
■aceptan a Jesús como el medio que Dios usa para salvarlos
■no son parte del mundo

predican que el Reino de Dios es la única esperanza para la humanidad


Los siervos de Dios basan sus enseñanzas en la Biblia. La propia Palabra de Dios dice: “Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia, para que el hombre [o mujer] de Dios sea enteramente competente y esté completamente equipado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16, 17). El apóstol Pablo escribió a sus hermanos cristianos: “Cuando ustedes recibieron la palabra de Dios, que oyeron de parte de nosotros, la aceptaron, no como palabra de hombres, sino, como lo que verdaderamente es, como palabra de Dios” (1 Tesalonicenses 2:13). Por lo tanto, las enseñanzas y prácticas de la religión verdadera no se basan en creencias ni tradiciones de hombres. Más bien, tienen su origen en la Biblia, la Palabra inspirada de Dios.

Jesucristo dio el ejemplo, pues él también basó sus enseñanzas en la Palabra de Dios. En una oración a su Padre celestial dijo: “Tu palabra es la verdad” (Juan 17:17). Jesús creía en la Palabra de Dios, y todo lo que enseñaba estaba de acuerdo con las Escrituras. A menudo decía: “Está escrito”, y a continuación citaba un texto bíblico (Mateo 4:4, 7, 10). Del mismo modo, los siervos de Dios de la actualidad no enseñan sus propias ideas. Más bien, creen que la Biblia es la Palabra de Dios y se basan firmemente en lo que esta dice.

Las personas que practican la religión verdadera adoran únicamente a Jehová y dan a conocer su nombre. Jesús enseñó: “Es a Jehová tu Dios a quien tienes que adorar, y es solo a él a quien tienes que rendir servicio sagrado” (Mateo 4:10). Así que los siervos de Dios adoran a Jehová, y a nadie más. De hecho, dar a conocer el nombre y las cualidades del Dios verdadero forma parte de su adoración. Salmo 83:18 dice así: “Tú, cuyo nombre es Jehová, tú solo eres el Altísimo sobre toda la tierra”. Jesús es el modelo que siguen al ayudar a la gente a conocer a Dios. Él mismo dirigió a su Padre estas palabras: “He puesto tu nombre de manifiesto a los hombres que me diste del mundo” (Juan 17:6). Hoy, de igual forma, los verdaderos siervos de Dios enseñan al prójimo el nombre, los propósitos y las cualidades de Jehová.

Los siervos de Dios se aman de verdad, sin egoísmo. Jesús dijo: “En esto todos conocerán que ustedes son mis discípulos, si tienen amor entre sí” (Juan 13:35). Los primeros cristianos se querían de esa manera. El amor de los siervos de Dios vence barreras raciales, sociales y nacionales, y los une inseparablemente en una verdadera hermandad (Colosenses 3:14). Los miembros de las religiones falsas no se tienen ese amor. Si lo tuvieran, no se matarían unos a otros por ser de distinta nación o raza. Los verdaderos cristianos no toman las armas para quitarles la vida a sus hermanos en la fe ni a ninguna otra persona. La Biblia enseña: “Los hijos de Dios y los hijos del Diablo se hacen evidentes por este hecho: Todo el que no se ocupa en la justicia no se origina de Dios, tampoco el que no ama a su hermano [...;] debemos tener amor unos para con otros; no como Caín, que se originó del inicuo [es decir, Satanás] y degolló a su hermano” (1 Juan 3:10-12; 4:20, 21).

Claro está, ese amor sincero impide matar al prójimo, pero implica mucho más. Los cristianos verdaderos emplean generosamente su tiempo, energías y posesiones para ayudarse y animarse unos a otros (Hebreos 10:24, 25). Se apoyan en los momentos difíciles y son honrados con los demás. De hecho, obedecen el consejo bíblico de hacer “lo que es bueno para con todos” (Gálatas 6:10).

Los cristianos verdaderos aceptan a Jesucristo como el medio que Dios usa para salvarlos. La Biblia enseña que “no hay salvación en ningún otro, porque no hay otro nombre debajo del cielo que se haya dado entre los hombres mediante el cual tengamos que ser salvos” (Hechos 4:12). Como vimos en el capítulo 5, Jesús dio su vida para rescatar a los seres humanos obedientes (Mateo 20:28). Además, Jehová lo ha nombrado Rey del Reino celestial que gobernará toda la Tierra. Por lo tanto, Dios espera que obedezcamos a Jesús y sigamos sus enseñanzas. Solo así podremos vivir para siempre. Por esta razón, la Biblia dice: “El que ejerce fe en el Hijo tiene vida eterna; el que desobedece al Hijo no verá la vida” (Juan 3:36).

Los verdaderos siervos de Dios no son parte del mundo. Cuando Jesús se hallaba ante el gobernador romano Pilato, que lo estaba juzgando, le dijo: “Mi reino no es parte de este mundo” (Juan 18:36). Sin importar el país en que vivan, los verdaderos discípulos de Cristo se someten a su Reino celestial. Por eso, no intervienen ni en la política ni en los conflictos de este mundo, sino que se mantienen totalmente neutrales. Sin embargo, si otras personas quieren afiliarse a un partido político, ser candidatos electorales o votar, ellos no se entrometen en su decisión. Y aunque son neutrales en la política, obedecen las leyes. ¿Por qué? Porque la Palabra de Dios manda al cristiano que “esté en sujeción a las autoridades superiores”, es decir, a los gobernantes (Romanos 13:1). Pero cuando un sistema político exige algo que va en contra de los mandatos divinos, los adoradores verdaderos siguen el ejemplo de los apóstoles, quienes dijeron: “Tenemos que obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres” (Hechos 5:29; Marcos 12:17).

Los verdaderos discípulos de Jesús predican que el Reino de Dios es la única esperanza para la humanidad. Jesús profetizó: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24:14). Los verdaderos seguidores de Jesucristo no animan a la gente a confiar en que los gobernantes humanos solucionarán sus problemas. Más bien, proclaman que la única esperanza para la humanidad es el Reino celestial de Dios (Salmo 146:3). De hecho, Jesús nos enseñó a pedir en nuestras oraciones que llegue ese gobierno perfecto, pues dijo: “Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra” (Mateo 6:10). La Palabra de Dios predice que este Reino celestial “pondrá fin a todos estos reinos [que ahora existen], y él mismo subsistirá [o durará] hasta tiempos indefinidos” (Daniel 2:44).

Teniendo en cuenta lo anterior, pregúntese: “¿Qué grupo religioso basa todas sus enseñanzas en la Biblia y da a conocer que el nombre de Dios es Jehová? Sí, ¿qué grupo practica el amor cristiano, demuestra fe en Jesús, se mantiene separado del mundo y proclama que el Reino de Dios es la única esperanza verdadera para la humanidad? De todas las religiones de la Tierra, ¿cuál es la única que reúne todas estas características?”. Los hechos indican claramente que son los testigos de Jehová (Isaías 43:10-12).


Al servir a Jehová con Su pueblo, usted ganará mucho más de lo que pueda perder

¿QUÉ HARÁ USTED?

Para agradar a Dios no es suficiente con creer en él. Al fin y al cabo, la Biblia dice que hasta los demonios creen que Dios existe (Santiago 2:19). Pero es evidente que no hacen la voluntad de Jehová ni tienen su aprobación. Para complacer a Dios no solo tenemos que creer que existe, sino también hacer su voluntad. Además, debemos salirnos de la religión falsa y abrazar la verdadera.

El apóstol Pablo mostró que no debemos participar en la adoración falsa. Escribió: “‘Sálganse de entre ellos, y sepárense —dice Jehová—, y dejen de tocar la cosa inmunda’; ‘y yo los recibiré’” (2 Corintios 6:17; Isaías 52:11). Por lo tanto, los cristianos verdaderos evitan todo lo que tenga que ver con la religión falsa.

La Biblia enseña que todas las religiones falsas forman parte de “Babilonia la Grande” (Revelación [Apocalipsis] 17:5).* Este nombre nos recuerda a la antigua ciudad de Babilonia, donde nació la religión falsa después del Diluvio de Noé. Muchas enseñanzas y prácticas que hoy son comunes en la religión falsa surgieron en Babilonia hace mucho tiempo. Por ejemplo, sus habitantes adoraban tríadas o trinidades de dioses, y en nuestros días, la principal doctrina de muchas religiones es justamente la Trinidad. Pero la Biblia, en cambio, enseña con toda claridad que hay un solo Dios verdadero, Jehová, y que Jesucristo es su Hijo (Juan 17:3). Los babilonios también creían que el hombre tenía un alma inmortal que seguía viviendo después de la muerte del cuerpo y que podía sufrir en un lugar de tormento. Hoy, la mayoría de las religiones enseñan que tenemos un alma o espíritu inmortal que puede sufrir en el infierno.

La religión que se practicaba en la antigua Babilonia se esparció por toda la Tierra. Por lo tanto, es lógico concluir que la moderna Babilonia la Grande simboliza el imperio mundial de la religión falsa. Pues bien, Dios ha predicho que ese imperio tendrá un final repentino (Revelación 18:8). ¿Comprende usted por qué es tan importante separarse por completo de Babilonia la Grande? Jehová Dios desea que usted ‘se salga de ella’ sin tardanza, mientras todavía queda tiempo (Revelación 18:4).

Al tomar usted la decisión de abandonar la religión falsa, es posible que algunas personas se alejen de su compañía. Sin embargo, al servir a Jehová junto con Su pueblo, ganará mucho más de lo que pueda perder. A usted le ocurrirá lo mismo que a los primeros discípulos de Jesús, quienes habían dejado otras cosas para seguirlo: llegará a tener muchos hermanos y hermanas espirituales. De hecho, formará parte de una gran familia mundial, una hermandad de millones de cristianos verdaderos que le mostrarán auténtico amor. Y tendrá la maravillosa esperanza de vivir para siempre “en el sistema de cosas venidero” (Marcos 10:28-30). Además, puede que las personas que se aparten de usted porque ahora tiene otras creencias, con el tiempo aprendan lo que enseña la Biblia y se hagan siervos de Jehová.

La Biblia enseña que Dios pronto acabará con este mundo malvado y lo reemplazará con un mundo justo gobernado por su Reino (2 Pedro 3:9, 13). ¡Qué maravilloso será ese nuevo mundo! En él solo habrá una religión, una adoración verdadera. ¿No le parece que debería dar los pasos necesarios para reunirse desde ahora con los verdaderos siervos de Dios?

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